martes, 2 de julio de 2013

La magia dell'amore

Crecimos, y dejamos de creer que nuestros juguetes tomaban su propia consciencia cuando abandonábamos la habitación. Descubrimos que no existían monstruos, ni reyes magos, ni ratones que construían lujosas mansiones en auténtico diente tallado. Quisimos hacernos mayores y no pudimos seguir creyendo en hadas, príncipes, princesas, leyendas de magos. Pasamos a dejar de creer en lo fantástico, sin darnos cuenta de manera consciente de que poco a poco íbamos perdiendo el aroma especial con el que se perfumaba nuestra niñez. Satán pidió la entrega de nuestras fantasías más oníricas a cambio de una ansiada madurez, nuestras relucientes pupilas dejaron de parpadear inocentemente mientras escuchábamos atentos mirando hacia arriba y, entonces, la vida perdió su magia.